¿Cómo surgió la idea?

Esta idea surgió a finales de 2014, cuando tras una sesión de rehabilitación, en unas instalaciones no adecuadas para personas con discapacidad, mi mujer se rompió la rótula. Lo que unido a una distrofia muscular de origen genético nos supuso una situación extremadamente complicada.
Comprobamos entonces que, aun siendo muy buena (aunque perfectible como todo en esta vida) la atención sanitaria, existía una care ncia absoluta de cualquier clase de servicio que pudiese ofrecer acompañamiento a quien pudiese precisarlo. Era y es un trabajo que recae en la familia*  y para la que, aun realizándolo con todo el amor y voluntad del mundo, representa un claro sacrificio e incluso hay ocasiones en que les es imposible el poder llevarlo a cabo.
Y ya ni imaginar el poder viajar. Las carencias asistenciales, llegan ya a niveles de tal cota, que el simple hecho de disfrutar de una mínima oferta turística, se torna un imposible.

     Todos sabemos de casos en que se contrata de manera no legal a personas para realizar esta función, pero es una situación que no aporta a quien contrata ni a quien recibe el servicio, ninguna cobertura o garantía legal.

     También el transporte, como actividad complementaria a la atención a las personas dependientes o con discapacidad, es un campo a tener en cuenta.
      El vehículo es un factor muy importante a tener en cuenta, ya que no todos los vehículos, tienen el mismo centro de gravedad o la misma inercia o generan el mismo momento angular a la persona usuaria. La cual, ya de por sí, presenta unas características físicas particulares, en especial, las usuarias de silla de ruedas debido a que su asiento, no forma parte de la estructura del vehículo y los efectos de las fuerzas físicas a que se ven sometidas, son diferentes.
     Por ello, han de tenerse en cuenta el tipo de vehículo, cuanto más alto, mayores son las fuerzas físicas a que se ve sometida la persona usuaria; lo mismo sucede con el centro de gravedad, menos agresivo cuanto más bajo; los anclajes de las sillas, cuatro, ejerciendo la tensión desde los vértices de un cuadrángulo y por debajo del centro de gravedad de la misma y el cinturón de seguridad, con, al menos, tres puntos de anclaje, son los elementos de seguridad pasiva. Y todo esto, ha de complementarse, con la
consciencia efectiva, por parte de quien conduce, de estas características especiales de las personas usuarias de vehículos adaptados.

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     Un accidente, un diagnóstico médico, el simple devenir del tiempo dependiendo de otras personas o una ocupación que no es, si no, la entrega a otras personas, son espadas de Damocles que penden sobre nuestras cabezas y que en cualquier momento pueden -y antes o después, pero siempre, acaban haciéndolo- devenir en una crisis.
     Estas crisis, que desde fuera pueden parecer simples episodios leves de cansancio, se acumulan si no se afrontan. Y acaban afectando, tanto a quien las padece de manera directa, como a su entorno.
     Y cuando quien la sufre, es luna persona de quien depende otra u otras, las consecuencias se agravan de manera exponencial. Por eso, es importante minimizar sus efectos, atajándolas en sus fases iniciales e incluso preparar el camino, para que cuando aparezcan, sus efectos sean mínimos y sin consecuencias permanentes.

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