PASCUA.


      Esta palabra proviene del término hebreo «pésaj» y significa «» y que refiere en la fiesta judía que conmemora la liberación de Egipto. Y es, el que se explica a las escrituras cristianas que fue a celebrar Jesús en Jerusalén.


      En la tradición cristiana, conmemora la muerte y resurrección de Jesús, el eje central del cristianismo y, por eso mismo, la fiesta más importante del calendario cristiano. En el Concilio de Nicea (325 d. C.) establecieron que la Pascua sería el primer domingo después de la primera luna llena de primavera. Por eso se celebra en una fecha diferente cada año.


      La Semana Santa conmemora la Pasión de Cristo: su entrada en la ciudad de Jerusalén, la Última Cena, el Vía crucis cargando la cruz, su muerte, crucificado y la resurrección.


      La llegada en Jerusalén se celebra con el Domingo de Ramos: una multitud de seguidores le recibieron levantando palmas, reconociéndole como el hijo de Dios en la Tierra. Esta tradición todavía es presente en la actualidad con la bendición de palmas y ramos en las iglesias. Tenemos que destacar aquí, el gran fervor y séquito popular que ha generado la llamada «Procesión de la Borriquilla», empezada por padre Miquel Romero (EPD) y que cada año reúne más y más gente.


      El ciclo procesional continúa el Miércoles Santo a las 05:00, con la recuperada «Procesión de la Madrugada». Después la noche de Jueves Santo, día en que se conmemora la última cena de Jesús con sus discípulos. El Viacrucis, con que se recuerda la tortura, humillación y crucifixión de Jesús el Viernes Santo por la mañana. Y la del entierro, por la noche, como culminación del proceso de captura, juicio y muerte de Jesús.


      Y, culmina todo con el Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección, el día en que Jesús resucitó, tres días después de ser crucificado; con la llamada, «Procesión del encuentro», entre Jesús resucitado y su madre. En ese sentido, la Pascua marca el final de la Semana Santa, los últimos días de Jesús.


      Hace falta, también, destacar, que los monumentos escultóricos que representan los pasos de la pasión y muerte de Jesús, que se hacen posesionar, se pueden ver y admirar los jueves y viernes santos, en la plaza parroquial.


      Pero, no seríamos un pueblo verdaderamente mediterráneo, si la abstinencia de la Cuaresma, no nos hubiera servido para desarrollar un exquisito recetario donde se mezclan los productos de la huerta con los del mar y que se pueden disfrutar, este comienzo de primavera, a los numerosísimos restaurantes de la población, culminándolo, con los productos de las muy reconocidas pastelerías y panaderías del pueblo.






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